Testimonio de la violeta contra sí misma
Renuncio a mi tristeza Pero cuanto más persevero en el intento Me entristezco más.
Contemplo el horizonte Cuento, sobre el campo, las nubes Intento asir el lago Dejarlo libre entonces.
Señor, ¿de cuántos faros dispongo? Se aproxima, libera este cuerpo De mis manos Y dice “Hijo mío”. Después, descanso.
El jardín, sobre los muros Crece hacia la mujer de al lado Se enreda en su ternura Y desciende por la viña de su cuerpo.
Nuestra vecina -Avanzo mi mirada como ese jazmín- Lava a sus amantes Y los tiende sobre los hombros del lenguaje.
Se inclina Y la parte superior de su vestido Se desliza también.
Oh Dios, me enferma con estas manzanas jugosas ¿De qué soy culpable? Son unas manzanas demasiado sensuales.
Llegan los repartidores, dejan el pan Y la casa se vuelve un campo yermo.
Nuestra vecina arregla su blusa Restaura su rectitud.
Mi doctor me dice Que soy demasiado susceptible a la poesía Que la llevo dentro de mí.
Una mujer madura pasa cerca Y digo a mi compañero Ella entrará en el poema cambiándose de ropa. De repente, me siento avergonzado.
Nuestra vecina Adorna su pelo de luna Y pasea sobre el pozo Como una estrella caída en mitad de la noche.
Veo Manzanas caídas. La verja crece entre ellas Y ellas crecen en mi ropa Sin que pueda adivinar el motivo.
Sobre mi nombre, maduran otros nombres. Cuando comienzo un poema Esos desdichados nombres entran conmigo Y mi vecina.
La vecina pregunta sobre el vecino. Él va de la fe al café De una calidad a otra Y olvida que le habían asesinado Olvida Como seguir desempeñando su papel. El amor secreto de los más jóvenes Cae sobre la piedra de la elocuencia El lenguaje se rompe Cae herido sobre la jarra de agua.
Está distraído La amenaza de las palabras se arrastra en la calle Pasa una nube El cerco de una bala ilumina el bolsillo de su camisa.
Duda. ¿Era él el sustituto? ¿Dónde esconde la bala su poder?
El muerto está distraído, junto al asesino Continúa su muerte. El asesino le dice Levántate y camina. Renuncia a la muerte. Muere en mi lugar. Cómo podrías matar otro que no sea yo.
Así, siguen un juego. Cuando fueron asesinados por primera vez Intercambiaron sus papeles.
Fue una distracción para su vecina. Quien,luego, entró en su propio silencio.
Traducción: Erika Cazorla Ortega y Luis Luna. |
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